Desarrollo de la familia nuclear y sus ciclos

El ciclo vital de la familia

Cada una de estas etapas, cuando no son superadas adecuadamente, provoca inconvenientes y sufrimientos.
Posee las siguientes etapas:

  1. Independencia de la familia de origen
  2. Encuentro
  3. Llegada de los hijos
  4. Adolescencia de los hijos
  5. Reencuentro
  6. Vejez

Independencia de la familia de origen

En esta etapa se produce el desprendimiento de los integrantes de la pareja respecto de la familia de origen de cada cual. Este proceso suele ser impedido por los padres quienes trataran de detener a sus hijos para que no se vayan y se encuentren  con el fenómeno “nido vacio”. Este proceso no es nada sencillo por el dolor y nostalgia que produce, sobre todo porque se da en una situación en la que al mismo tiempo se están afrontando situaciones desconocidas. Muchos matrimonios, después de muchos años de casados, aun no lograron realizar este proceso. Cuando este proceso no se lleva a cabo, el hombre es un don Juan, la mujer no logra entregarse a un hombre y suelen ambos deambular de relación en relación.
Cuando este proceso no se lleva a cabo, uno de los integrantes de la pareja cumple la función de padre o madre en relación al otro.

Encuentro 

Después del proceso de independencia del sostén emocional y económico que brindaba la familia a cada integrante de la pareja, los adultos están “disponibles” para formalizar una relación de noviazgo y contraer luego matrimonio.  El contraer matrimonio es el punto de partida de toda familia. El matrimonio tiene dos propósitos básicos entre muchos otros: la ayuda mutua (en intimidad) y la posible procreación.
La elección de un marido y una mujer, es recomendable que esté movida por un autentico amor y no solo por enamoramiento. El enamoramiento es un conjunto de emociones muy intensas pero también fugaces. En cambio el amor, es un sentimiento que es sostenido desde una decisión que se traduce en un cultivo y nutrición del vínculo.
Cuando este amor se siente que tiene la capacidad para generar y recibir, tanto la vida de los integrantes de la pareja como la de posibles futuros hijos, se puede decir que están listos para formar un matrimonio.
Luego de esta decisión, es necesario un proceso de adaptación: se trata de  dos personas que provienen de dos universos totalmente distintos que necesitan integrarlos para poder formar “nuestra” familia. Cuando este proceso no se lleva a cabo, uno de los integrantes de la pareja cumple la función de padre o madre en relación al otro, o uno de ellos impone explícitamente o no “su universo”.

La llegada de los hijos

El nacimiento de un hijo requiere la existencia de un espacio físico y emocional. Un espacio dado por ambos al hijo, pero al mismo tiempo un espacio que obliga a una metamorfosis de la relación entre los integrantes de la pareja. Se lo puede describir así: antes del nacimiento, hombre y mujer se vinculaban en un intercambio entre ellos; al nacer el niño, el mayor intercambio se da entre la madre y el niño, y el padre respaldando a la madre, en donde la intimidad de la pareja se ve favorecida, dado que se produce una diferenciación y cambio de distintos aspectos de la personalidad de cada integrante. Es importante no confundir los cambios necesarios a realizarse en el vínculo amoroso con falta de amor, cariño o la ausencia de deseo. Cuando esta etapa no es realizada adecuadamente, es fácil que la mujer priorice el vinculo con el hijo sobre la relación con su pareja, o el hombre no tolere el temporario papel secundario que a primera vista (y solo a primera vista) le toca. Esto es muy delicado: cuando uno de los integrantes de la pareja prioriza su relación con su hijos sobre la relación de pareja, los efectos no son buenos. Si bien el hijo es lo “urgente” y “mas importante”, primero esta la relación amorosa entre los conyugues. Es a partir de esta relación que el niño recibe lo más nutritivo de su crianza.

La adolescencia de los hijos

La adolescencia es un momento de profundos cambios, tanto para el adolescente como para los padres. En esta etapa se producen varios procesos:

  • Los procesos de cambios en el adolescente producen problemas emocionales (crisis de identidad) que se pueden convertir en vinculares si los padres no “comprenden” los cambios que se están produciendo.
  • Los padres  reviven su propia adolescencia, y necesitan revisar sus modos de vincularse en todos los ámbitos (emocional, sexual, normas, formas de pensar)
  • Los abuelos empiezan a no poder mantenerse por sí mismos, y la soledad y la muerte acechan.

Para que un padre pueda brindar adecuadamente apoyo a su hijo es fundamental que el haya resuelto armoniosamente su adolescencia, para que no reviva las emociones de la adolescencia y como reacción a esto, se encuentre en actitudes sobreprotectoras sobre su hijo.
Es común que surjan sentimientos de rivalidad entre los padre-hijos del mismo sexo. Por otro lado, los hijos empiezan a darse cuenta de la imposibilidad de cumplir con las expectativas de los padres sobre ellos, si es que quieren ser ellos mismos.
El fin de este proceso es que los hijos se van de la casa, lo cual conduce a la necesidad de recordar el contrato vincular entre los padres.
Cuando este proceso no se lleva a cabo adecuadamente, los hijos no pueden irse, se van a avanzada edad con salidas exogámicas fallidas como embarazos no deseados; o los padres que no han resuelto adecuadamente su adolescencia, al revivirla hacen peligrar el vinculo entre ellos (con altos riesgo de disolución del vinculo)

El reencuentro 

Esta etapa es conocida como «nido vacío»: la pareja se encuentra con los vacios de la ausencia de los hijos, disponen de “nuevo” de los tiempos para estar juntos, se enfrentan los problemas biológicos de la vejez, etc. Por otro lado es necesario la aceptación de los nietos y de su función de abuelos, la aceptación de la muerte de algunos cercanos o familiares, etc.
En esta etapa, los padres necesitan “independizarse” de los hijos y los nietos para volver a formar una pareja: muy importante es el apoyo mutuo, la búsqueda de nuevos objetivos en la relación y el descubrimiento de nuevos estímulos.
Cuando este proceso no es vivido adecuadamente, los abuelos se meten en la vida de los hijos y los nietos, dificultando la discriminación de quien es padre de quien.

Vejez 

Es una etapa difícil dado que es una fase de pérdidas y retos: el logro de una nueva identidad, de una compañía placentera, de nuevos sentidos. Asumir que la vida ya pasó. Algunos obstáculos:

  • Dolor y tristeza por el rechazo de los demás
  • En el caso de la mujer, la jubilación del esposo, hace que la mujer se sienta invadida en el espacio que antes era suyo: indispensable es una nueva delimitación de estos espacios.
  • Cuando los hijos sobreprotegen a los padres.

Ser abuelo brinda nuevos sentidos de vida:

  • Al aceptar la propia mortalidad, se enciende el deseo de vivir.

Cuando este momento en la evolución no es vivido adecuadamente, se facilita la aparición de enfermedades físicas, se vivencia un sinsentido invasivo y la relación de pareja se convierte en una amistad.

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