Un cuento en relacion a los ataques de panico.
Les cuento una historia de un tratamiento grupal:
Una monja se quejaba de que “no se sentía apoyada por su superiora”. El terapeuta le preguntó ¿Qué significa eso?. – Bueno… que nunca se acerca al noviciado que tengo a cargo. – Muy bien, hagamos una representación: imagina que yo sé exactamente la opinión que tiene de vos la superiora y te digo: “la razón por la cual no voy a verla es porque su desempeño es excelente y no necesita de mi supervisión”. ¿Cómo se siente ahora? – Me siento muy bien. – Ahora tenga la bondad de salir de la habitación unos segundos. Cuando salió le dije al resto del grupo: – Todavía soy la superiora provincial…. Ella es la peor directora de novicias…. No voy porque no soporto lo que hace… En un año la reemplazo. Luego el terapeuta hizo entrar a la monja y le pregunto ¿Todavía te sientes bien? Oh sí.
El hecho es que la mayor parte de lo que sentimos y pensamos lo provocamos nosotros mismos… Incluso eso de que los demás nos ayudan. En vez de pensar “estaba equivocado”, pensamos “como me fallaste”. Sacrificamos nuestro lugar en el mundo parar agradar a alguien o a todos, “aunque nos cueste la vida”… y de pronto estallamos en un ataque, en una angustia profunda.
Panico como metafora de la corriente electrica.
Tener un ataque de pánico es como hacer pasar una corriente eléctrica demasiado alta para la instalación hecha. ¿Qué significa? Que la vida nos está exigiendo en una intensidad para la cual no estamos preparados. Si no estamos preparados es porque estamos perdiendo el tiempo esperando que los demás nos den lo que no tienen para dar.