El orgasmo y la anorgasmia

Sexualidad y orgasmo.

La sexualidad es un impulso muy potente que no permite ser “controlado”. Ante esta situación, tenemos básicamente dos posibilidades de “canalizar” este aspecto esencial de nuestro ser:
1. Sublimar: se trata del proceso por el cual “el impulso o vitalidad” sexual puede ser puesta en otras actividades. Desde esta perspectiva, la sexualidad es entendida en un sentido amplio: la sexualidad es el interés, la atención por las cosas en general. Es decir que cuando ponemos interés, atención en algo que hacemos, estamos “sublimando” algo de la sexualidad. Uno de los momentos donde menos tensión interna hay en el ser humano es después del orgasmo…momento de a-tensión. Esta a-tensión, puede ser producida cuando se esta atento, interesado en alguna actividad, cuando hay a-tención, interés en algo que se realiza. Las actividades que suelen (no siempre) producir mayor interés son el arte, la ciencia, el deporte o la filosofia-religion.
2. Aceptar, conocer e integrar cada aspecto de la sexualidad en si y vivenciarlo en toda su intensidad y plenitud. Vivir plenamente la sexualidad significa, entre otras cosas, permitir que nuestros sistemas defensivos “caigan”, que permitamos que un impulso que nos excede, tenga libre curso en nosotros, que transgredamos las normas…El momento en el cual esto ocurre mas intensamente es en el orgasmo.
El orgasmo es el clímax del placer sexual.

Orgasmo en el hombre.

El desenlace del orgasmo en el sexo masculino desemboca en la eyaculación (expulsión del semen). En la mujer, durante el orgasmo, las paredes de la vagina y útero se contraen, apretando al pene provocando un placer superior figurable en un cosquilleo placentero.
Se pueden describir claras diferencias entre el orgasmo femenino y el masculino:
1. El hombre puede experimentar el orgasmo comparativamente más rápido que la mujer. Esto requiere una coordinación por parte del hombre de su actividad sexual con la de la mujer.
2. El hombre llega al orgasmo por medio de la estimulación del pene; en cambio la mujer no necesariamente experimenta un orgasmo a través de la estimulación del clítoris (órgano correspondiente al glande en el pene): puede experimentar un orgasmo vaginal o anal. Incluso se puede llegar a experimentar un orgasmo por estimulación de las glándulas mamarias. Que quede claro: el orgasmo es uno solo, de lo que se trata es de describir por cual de las vías sensitivas se llega e él. Todos son “normales”. En la mujer, es posible que todo su cuerpo se torne muy sensible y provoque el desencadenamiento de un orgasmo.
3. La intensidad del orgasmo femenino es superior al masculino. Incluso, durante todo el transcurso de la relación sexual, la sensación placentera es superior en la mujer. En la mitología griega se menciona que si se pudiera medir el placer sexual, cada 10 partes, 9 le corresponden a la mujer, lo cual queda corroborado hoy día por las investigaciones científicas. De hecho, la mujer puede obtener muchos mas orgasmos (incluso se habla de experiencias multiorgasmicas) que el hombre.

Control consciente del orgasmo.

Un “juego sexual”, puede ser tan placentero como la experiencia de un orgasmo. El control del orgasmo es una tarea sobre todo masculina que permite coordinar la actividad sexual entre el hombre y la mujer. Junto con los juegos sexuales y la estimulación de las distintas zonas corporales de la mujer, el retraso del orgasmo masculino permite intensificar el placer femenino y masculino. Esperar el orgasmo, no relajarse o vivenciar la experiencia sexual con presión, son obstáculos al placer.
Nunca un hombre debería “acabar” sin que la mujer lo haya realizado. En el Tao e hinduismo se sugiere incluso que el hombre debe descubrir su “frecuencia eyaculatoria”, es decir, saber cada cuantas relaciones sexuales le conviene tener un orgasmo para poder sacar el máximo provecho del placer sexual y de su vida en general. Estas técnicas son acompañadas por técnicas respiratorias que posibilitan “hacer más perdurables el éxtasis”.
En el orgasmo se produce una disolución de los límites del ego, del yo, posibilitándose la sensación de unión con la pareja e incluso con la realidad en si. Esta posibilidad de disolución acerca la experiencia del orgasmo a experiencias místicas o religiosas.

Algunos mitos:

-El orgasmo de ambos miembros de la pareja debe darse al mismo tiempo. Esto no tiene por que ser así. De hecho la mujer tiene mayor capacidad para experimentar orgasmos que el hombre y pretender “acabar solo juntos” puede ser un obstáculo a la intimidad. Por otro lado, una relación erótica puede ser muy placentera sin orgasmo.

– En el hombre se cree que la eyaculación es sinónimo de orgasmo. Esto es falso dado que es posible tener un orgasmo sin eyaculación y a la inversa.
-Se cree que si una mujer necesita de estimulación clitorideana para tener un orgasmo es porque hay un problema… Esto no es así. Lo fundamental es que la experiencia sea agradable y desinhibida.

Estimulación del Punto G:

El momento adecuado para estimular este punto es cuando la mujer está en un momento cercano al orgasmo.
Cuando se haya logrado un alto grado de excitación en la mujer, hombre introduce el dedo índice y el corazón acariciando la pared frontal de la vagina. En el sitio en el que la vagina se hincha, es decir, tiene mayor espesor, se debe realizar el gesto “veni acá”. Ideal es combinar esta acción conjuntamente la estimulación del clítoris.
Las posturas que facilitan la estimulación del punto G son: La postura del perrito (sobre todo si el hombre eleva la ubicación de su cuerpo), ella arriba e inclinada hacia atrás, enfrentados ella con las piernas y cola para arriba y en posición de “cucharita” (acostados de costado, el hombre penetra a las espaldas de ella)

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