Cuando nos hacemos esta pregunta es porque estamos invadidos por sensaciones muy fuertes e incontrolables. En esta situación, lo mejor que podemos hacer es pedir ayuda a alguien, preferentemente, una persona que para nosotros ocupa un lugar importante, una verdadera referencia para nosotros.
¿Cómo superar una Crisis de panico, de angustia?
Detrás de la angustia, o de un ataque de pánico, se encuentra una situación nueva o un proceso de cambio, con el cual nos encontramos en nuestra vida que no llegamos a identificar adecuadamente. Como resultado, lo vivimos con emociones o sentimientos que nos invaden y no sabemos porque nos vienen. Poder hablar con alguien de lo que nos pasa es fundamental para poder dar “espacio interno” a lo nuevo que está pasando en nuestras vidas y estimular su elaboración, es decir, resolverlas… en otras palabras: continuar con nuestro crecimiento personal.
Por otro lado, es importante favorecer la formación de identificaciones que fortalezcan al yo, como medio de favorecer un auténtico desarrollo interior a la hora de dar respuesta a la vida.
Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo.
Oscar Wilde
¿Qué hacer ante la angustia y una crisis de panico?
Antes de sugerir una serie posibles acciones o actitudes que pueden facilitar, sobrellevar un momento de tensión o crisis, es importante mencionar que cualquiera de estas sugerencias solo puede ser llevada adecuadamente en el marco de un tratamiento terapéutico o la guía de una persona que conozca la aplicación correcta de estas técnicas. En la práctica usted puede realizarlas, pero probablemente, si las realiza “por su cuenta”, no obtendrá los resultados buscados.
Antes de que llegue una crisis o momento de tensión, usted puede realizar afirmaciones como:
– Esto se llama tener pensamiento catastrófico; esto se llama tener ansiedad. Esto le permitirá controlar los pensamientos.
-Controlar la respiración: para poder aplicar una técnica de este tipo, es importante realizar los ejercicios de respiración en momentos anteriores a la crisis.
La respiración debe ser profunda, la exhalación debe ser profunda tanto como la inhalación. El aire debe llenar la parte baja de los pulmones, es decir, que lo que debe moverse es el estómago al respirar, no el pecho. Toma aire lentamente, llena los pulmones, lo retienes un momento así (3 a 4 ser; 8 a 10 seg si tienes la crisis o como más cómodo te sientas) y lo expulsas lentamente hasta vaciar los pulmones. Recuerda que es recomendable hacerlo en momentos fuera de la crisis para que en el momento de la crisis sea más fácil.
Relajación: Cada cual conoce aquello que lo relaja…Se trata de usar activamente esas maneras que espontáneamente uno ya conoce. Sino, puedes obtener mucha información en las páginas de internet. Requiere un tiempo de práctica, pero es muy útil.
Otras opciones es hacer yoga o deportes.
Concentrarse: concentrarte en tu trabajo, hacer algo que te agrade, llamar a un amigo que hace tiempo que no le hablas, suele facilitar la desaparición de los síntomas…entonces no puede ser tan grave…una enfermedad grave no se aliviaría solo de esta manera.
Si ya ha empezado la crisis, solo déjala pasar sin alimentar los pensamientos que la traen.
Ver los tips para prevenir la angustia.
Definición de Angustia
Angustia: “Es una sensación que invade de carácter penoso tanto físico como emocional, y que se caracteriza porque no se sabe la causa de la misma”. Tomando a Kierkegaard y el existencialismo, se habla de la angustia definiéndola como la inquietud metafísica nacida de la reflexión sobre la existencia y sus temas centrales: nacimiento, vida, muerte, sexualidad, enfermedad, etc.”.
La angustia se acompaña de un malestar psicológico y cambios biológicos:
- taquicardia
- sudoración
- temblores
- sensación de falta de aire
- expectativa de que algo malo va a ocurrir
- hormigueos, y extremidades “dormidas”, etc.
La angustia se diferencia del miedo ya que éste último está referido a un objeto definido, mientras que en la angustia se teme a algo desconocido, que no se llega a definir.
La angustia se caracteriza por ser un estado en el que no puede permanecerse sino por momentos dado su carácter “insoportable”. Este carácter es justamente lo que posibilita motorizar un verdadero cambio en el ser que permita mitigar este malestar. El problema surge cuando la angustia genera un efecto paralizante.
Definición del ataque de Pánico
Freud fue el primero en describir la sintomatología del ataque de pánico, con sus temores de muerte inminente o de volverse loco.
Los ataques de pánico son períodos en los que el individuo sufre de una manera súbita un intenso miedo o temor, aparecen de repente. En general, se trata de una situación de la cual el sujeto desea escapar. La persona que sufre episodios de pánico se siente súbitamente aterrorizada sin una razón evidente para sí misma o para los demás. Durante el ataque de pánico se producen síntomas físicos muy intensos.
Cada vez que se repitan los ataques se puede padecer de agorafobia: es el miedo padecido por la persona con trastorno de pánico a estar en lugares o espacios públicos donde le es complicado escapar y evadirse para pedir ayuda, en el supuesto (y solo supuesto) caso en que se aparezca una nuevo ataque o crisis.
Definición de Crisis
El término crisis proviene del griego “krisis”, que significa separar o decidir. Por lo tanto crisis puede significar algo que se rompe y que por ende, requiere de análisis: la crisis nos obliga a pensar, a pensar sobre que estamos haciendo, siendo y queriendo.
Dado que el ser humano realiza su desarrollo interno para superar aquello que le provoca sufrimiento o dolor, la crisis se vuelve una oportunidad única para modificarse a sí mismo.
Una crisis viene a decirnos que la persona en cuestión se encontró con un cambio interno o externo para el cual no estaba preparada. Al no estar preparada, no puede dar respuesta a sus necesidades que “colapsan en la crisis”. Entre las situaciones externas que pueden provocar una crisis cabe mencionar: una perdida (de todo tipo), una enfermedad grave o la muerte de un ser querido, procesos de crecimiento inhibidos, etc. Para que una situación externa produzca una crisis, debe haber un componente interno que posibilite la emergencia de la crisis.
Los cambios internos más comunes propiciadores de una crisis son: algún déficit en el cuidado que recibimos de pequeños, el natural desarrollo psicofísico de la adolescencia y de adultos, algún cambio externo que el sujeto, “empapado” en algún conflicto interno no resuelto, se ve imposibilitado de superar.