Psicoterapia
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¿En qué consiste la psicoterapia?
La psicoterapia es un proceso de comunicación verbal y no verbal entre un psicoterapeuta y un consultante que se da con el objetivo de generar una mejora en la calidad de vida de quien consulta, a través de la toma de conciencia de lo que acontece en su interior y un posible o no, transformación de su comportamiento, pensamiento, actitudes y emociones. Saber cuando pedir ayuda (en artículos de mayor interés), puede facilitar el proceso terapéutico.
Existen varias escuelas psicológicas.
A cada una de estas escuelas, se las llama en conjunto «psicoterapia».
Dos características unifican a las distintas escuelas de psicoterapia:
- El contacto directo y personal, es decir, cara a cara.
- Una relación de exploración y descubrimiento de las características e identificaciones del mundo interno del que consulta.
El profesional preparado para ofrecer este servicio, somete su ejercicio profesional al código deontológico (ético), el cual establece, entre muchas otras cosas, la confidencialidad y privacidad que debe guardar en relación a los diálogos que se producen en la consulta.
Por esto, entre otras cosas, la habilitación legal para que alguien pueda ejercer la profesión de psicoterapeuta (psicólogo), requiere de formación académica, un proceso de entrenamiento guiado por profesionales con mayor experiencia, la realización de un proceso terapéutico por parte del profesional mismo y preferentemente, la participación en grupos de estudio.
La cuestión central es que la persona que solicita terapia, está reconociendo que no puede resolver esa situación de malestar como se lo habia propuesto, que lo ha intentado una y otra vez, que no encuentra la solución. No la encuentra, aunque está en ella misma…la paradoja humana se encuentra en que la solución esta en uno mismo, pero sin embargo, esta se encuentra “en estado de vinculación con otro”, es decir, al ponerme en relación, vinculación con otro me conozco, descubro y asi obtengo la posibilidad de “hacer algo” con esto. La no comprensión de esta paradoja suele llevar a intentos repetitivos e infructuosos en el intento de dar respuesta al malestar interior.
Nadie duda en reconocer la necesidad de respirar, o alimentarse…¿Por qué poner en duda la necesidad de pedir ayuda?…Como toda necesidad no reconocida y satisfecha, esto suele terminar siendo toxico para el psiquismo.
Un inconveniente que suele surgir al realizar un proceso terapéutico , es que, como el ser humano es un ser de hábitos (por lo menos hasta que se los despoje), no es suficiente con desear liberarse del malestar para que esto ocurra. Su situación personal es que suele estar pisando la madera que desea levantar, es decir, esta identificado con una manera de ser, un modo de comportarse que provoca la aparición del malestar que posee. Esto puede provocar cierta resistencia a un proceso de cambio que surge espontaneamente, entre otras cosas, por el solo hecho de escucharse decir lo que pronuncia en sesión. Se trata de vivir para crecer…sin embargo crecer implica duelar el pasado, sea remoto o cercano, dejarlo ir para poder vivir en el presente, en el único momento realmente vivo que es el presente. Y esto requiere que nuestro ser se metamorfosee, se actualice, que nuestro comportamiento se modifique para lograr un equilibrio auténtico. Es la supresión, la pérdida de nuestra capacidad de ajuste creativo por evitación del dolor, por intentar evitarlo, lo que nos hace tropezar una y otra vez con la misma piedra….mejor dicho malestar y dolor…ese mismo dolor que se quiso evitar.
El año pasado oí una historia sobre un hombre que llama a la puerta de la alcoba de su hijo y dice:
– ¡Jaime despierta!
Jaime responde:
– No quiero levantarme papá.
El padre le grita:
– ¡Jaime despierta, tienes que ir a la escuela!
– No quiero ir a la escuela.
– ¿Por qué no?
– Por tres motivos: porque es aburrido, porque los niños se burlan de mi y porque odio la escuela
– Pues bien, voy a darte tres razones por la cuales debes ir a la escuela: porque es tu deber, porque tienes cuarenta y cinco años y porque eres el director.¿Quién puede decir estar exento?.
¿Para qué hacer terapia? , para hacer una nueva síntesis del propio ser que permita vivir actualizadamente en el aquí y ahora. Pero este ajuste, no lo olvidemos, implica entrar en contacto con el dolor, sí o sí y esto no lo podemos hacer solamente solos.
En una terapia, no se trata de que el terapeuta diga a la persona lo que tiene que hacer, sino facilitar que la persona observe lo que esta haciendo y que por y para sí misma produzca, invente algo para hacer al respecto.
Los distintos tratamientos tienen por objetivo en Anteroos:
1. No solo aliviar el malestar, sino también generar las condiciones optimas para que cada cual encuentre por sí mismo el camino que permita dar verdaderas respuestas a su aflicción. Procurarle al paciente los medios para descubrir sus dificultades y desarrollar sus capacidades creadoras, promoviendo el desarrollo de sus vínculos sociales.
2. Promover el reconocimiento de los integrantes del grupo familiar, su aceptación y asimilación, al mismo tiempo que la diferenciación de los mismos.
3. Ofrecer un tratamiento innovador y singular, es decir, identificar la particularidad de cada caso, pudiendo brindar de esta manera una respuesta adecuada al motivo de la consulta.
4. Procurar un tratamiento individual y globalizado fundado en el abordaje interdisciplinario.
5. Promover y facilitar el desarrollo de la resilencia. La resilencia consiste en la capacidad de las personas de afrontar situaciones adversas, resolverlas e incluso, salir fortalecidos de las mismas.
Un psicoanalista toma al síntoma como un aviso de que algo no anda bien, un signo que esta «llamándonos la atención» sobre la necesidad de replantearnos quienes somos y que hacemos para poder de esta manera dejar de padecer el malestar que tenemos. De esta manera, no tiene como objetivo primario hacer desaparecer al síntoma, dado que este le brinda al sujeto información invaluable sobre si, para poder saber sobre si y qué lo llevo a tener este malestar. Esta perspectiva apunta a un cambio en la manera de ser y relacionarse que invariablemente conducirá a la desaparición del síntoma tal como se presentaba inicialmente.
Un psicólogo, en líneas generales, va a apuntar a quitar el síntoma, con una serie de técnicas, hipótesis y/o recomendaciones. Es decir que no apunta a un cambio del «ser» y la manera de vincularse, sino que apunta a «tener» una serie de herramientas para poder paliar el malestar. Tomando esta perspectiva, se corre el riesgo de que el problema previo (síntoma), surja con otra modalidad (otro tipo de síntoma), dado que el «ser» (la manera de ser) de la persona en cuestión no se vio modificada.
Ahora bien, para poder explorar el propio ser, para poder realizar un psicoanalisis, es necesario que la persona se encuentre «no desbordada», por lo cual, si el síntoma no permite «vivir», incluso un psicoanálista aplicará una serie de procedimientos con la intención de que la persona alivie el malestar y de esta manera le sea posible hablar sobre lo que le ocurre, pueda explorar sus maneras de vincularse y de «ser». En este sentido, estas técnicas tienen el mismo propósito que la medicación: facilitar las condiciones para realizar un tratamiento terapéutico.
EN VEZ DE ALFOMBRAR EL MUNDO ENTERO PARA NO TROPEZAR, PONTE ZAPATOS CÓMODOS.
Hay enfoques que tienen mayor eficacia en el tratamiento de determinado tipo de problema. Conozca qué tipo de terapia le conviene. Como paciente uno tiene el derecho a elegir. Esto es: seleccione el terapeuta que trabaje con el abordaje que sea adecuado.
Es fundamental congeniar, tener afinidad con la persona del terapeuta, sentir que se tiene “feeling” con él. Las investigaciones demuestran que la calidad de la relación terapéutica es más importante que el enfoque teórico y técnico que utilice el profesional. Por ello, en el Centro Anteroos le brindamos la posibilidad, si es su intención de tener una entrevista con más de un profesional. Recuerde que si pide asistencia en una obra social, puede elegir el marco teórico, la edad y el sexo del terapeuta…es su derecho.
Es importante que el profesional que lo asista tenga una buena formación. No dude si lo considera necesario, pedir su CV.
Una referencia para saber si el proceso terapéutico es adecuado es responder una serie de preguntas: ¿Quién es el protagonista?….es usted, no puede ser de otro modo. ¿Se ha podido generar una pregunta en relación a mi situación, comportamiento o ser?. Otra: ¿Algo me sorprendio en el proceso terapéutico, o me llamo la atención?…si no hay atención, se dificulta.
¿A podido observar un comportamiento o situación en usted que se repite? Esto que se repite suele provocar malestar…No olvide que requiere tiempo desarrollar estos temas.
Tenga en cuenta que puede realizar varias entrevistas con el profesional antes de decidirse. Ahora bien, una vez realizada la elección, no es recomendable dejar el tratamiento al encontrarse con situaciones conflictivas en el tratamiento. Para ello, es preferible que usted establezca plazos de tiempos que cuando finalicen, usted redecidirá si prosigue o no.
Si usted no se siente satisfecho, cree que ha pasado tiempo y no alcanzó las metas que se había propuesto, si tuvo un entredicho o desencuentro, no dude en conversarlo con su terapeuta. Por último, recuerde que un tratamiento psicoterapéutico dista mucho de se una solución mágica: requiere de voluntad, tener afinidad con el profesional, esfuerzo para lograr cambios y saber que se “reviviran” ciertas situaciones dolorosas.
No tiene que ver con un buen desempeño profesional, ninguna de estas actitudes: mandar, manipular, moralizar , consolar, chantajear, culpar, aconsejar soluciones, interpretar contenidos amenazar , juzgar , ridiculizar , insultar , catalogar o alabar comportamientos.
Escuchar empáticamente, es uno de los secretos de un buen proceso psicoterapéutico. Escuchar, para que tanto el consultante como el profesional posen “la mirada” donde algo puede estar provocando malestar.
Un buen terapeuta, hace que se resalten y utilice sus propios recursos, que usted se sienta responsable de sus cambios, se pregunta cómo y qué y no solo por ques.
Actitudes incorrectas de un terapeuta.
– Le habla de «problemas» difíciles, que le llevará mucho tiempo de trabajo solucionar.
– Cuando la terapia no funciona, afirma que “usted se resiste”.
– No nota avances o cambios. Una buena terapia lleva su tiempo, sin embargo, las diferencias se perciben desde el inicio mismo.
Por último, junto con la elección de un buen terapeuta, usted no debería olvidar que el trabajo de este terapeuta es recomendable que ocurra dentro de un grupo de trabajo interdisciplinario.
Objetivo de los tratamientos Psicológicos
Se trata de vivenciar una nueva sintesis del propio ser que permita liviana y arraigadamente vivir en el aqui y ahora, disponible para lo inmediato, fuente de la verdadera felicidad.
Objetivos:
1. Aliviar el malestar y generar las condiciones optimas para que cada cual encuentre por sí mismo el camino que permita dar verdaderas respuestas a su malestar. Procurarle al paciente los medios para descubrir sus dificultades y desarrollar sus capacidades creadoras y sociales.
2. Promover el reconocimiento de los integrantes del grupo familiar, su aceptación y asimilación, y la diferenciación de los mismos.
3. Ofrecer un tratamiento innovador y personalizado.
4. Procurar un tratamiento interdisciplinario.
5. Promover el desarrollo de la resilencia (capacidad de las personas de afrontar situaciones adversas, resolverlas e incluso, salir fortalecidos de las mismas).
Habitualmente, concretar un primer encuentro, suele generar ansiedades. Es util saber que estas emociones suelen desaparecer rapidamente. Es importante que se sienta comodo, a gusto con el profesional.
SI CREES QUE PUEDES SOLO, HAS FRACASADO ANTES DE EMPEZAR.
Apoyo Psicologico.
La manera más eficiente de superar un malestar interior (sobre todo cuando por uno mismo las soluciones no dieron resultado), es pedir ayuda. ¿Porque? Porque el ser humano se conoce a sí mismo “ex – sistiendo”. “Existir”, significa etimológicamente “salir de sí mismo” y entrar en vinculación con el exterior.
Incluso la mayor parte de los “tips” para estar mejor funcionan adecuadamente cuando una persona se abre a la posibilidad de pedir ayuda. Y esto ocurre por una razón: Cuando “no salimos de nosotros mismos”, nuestra energía termina siendo tóxica… como le ocurrió a Narciso (el mito griego) quien murió ahogado mirando su imagen en el agua. Luego de pedir ayuda, se produce un verdadero espacio interior para aplicar “los tips”… incluso estos aparecen espontáneamente en nosotros mismos.
En general un tip va a ser efectivo si va en contra de una tendencia que existe en nosotros mismos: si somos muy correctos, los tips efectivos van a tener que ver con hacer “lo incorrecto”; si nos abandonamos, hacer actividades que nos hagan bien; si nos cargamos de actividades, reducir el cumulo de las mismas; si nos aislamos, relacionarnos; si la realidad se nos vuelve insoportable, buscar apoyo para tolerarla; si nos sentimos demasiado responsables, delegar la misma en quien corresponda. Es decir, un tips va a estar bien aplicado si está sustentado desde una observación de sí mismo que justifique su aplicación. Y la única manera de observarse a sí mismo es “existiendo”.
No es fuerte el que no necesita ser ayudado, sino el que tiene el valor de pedirla. La supuesta fortaleza de aquel que pretende no necesitar ayuda, no es sino, la debilidad de no poder reconocer la
ayuda que se recibió de los padres…biológicos o no. Es que la naturaleza nos hace nacer plenamente indefensos, y si sobrevivimos fue gracias a alguien.
La auténtica autonomía solo puede ser lograda a través de reconocerse necesitado, dar respuesta a esto y transformar esta necesidad.
La cuestión central es que la persona que solicita terapia, está reconociendo que no puede resolver esa situación de malestar como se lo había propuesto, que lo ha intentado una y otra vez, que no encuentra la solución. No la encuentra, aunque está en ella misma…la paradoja humana se encuentra en que la solución está en uno mismo, pero sin embargo, esta se encuentra “en estado de vinculación con otro”, es decir, al ponerme en relación, vinculación con otro me conozco, descubro y así obtengo la posibilidad de “hacer algo” con esto. La no comprensión de esta paradoja suele llevar a intentos repetitivos e infructuosos en el intento de dar respuesta al malestar interior.
Nadie duda en reconocer la necesidad de respirar, o alimentarse… ¿Por qué poner en duda la necesidad de pedir ayuda?…Como toda necesidad no reconocida y no satisfecha, esto suele terminar siendo toxico para el psiquismo.
¿Cuándo es recomendable hacer terapia, pedir ayuda?
– Cuando se piensa que el propio malestar se debe únicamente a un desorden físico o a uno social (desempleo, discriminación)
– Cuando el grado de malestar y duración de los síntomas se vuelve “molesto” o “insoportable”
– Cuando se tiene la sensación de que mediante acciones voluntarias y conscientes es imposible evitar el sufrimiento.
– Cuando usted se siente vulnerable para enfrentar ciertas dificultades o problemáticas.
– Cuando usted se siente demasiado exigido y tiene la sensación de que no posee las fuerzas para afrontarlo solo, a pesar de que piense que “usted debería solo”
– Cuando a usted, ante determinado problema, no se le ocurre una alternativa nueva de respuesta, distinta a las que ya ha intentado y no puede solucionarlo.
– Cuando su problemática está afectando su desempeño laboral, quitando calidad a su sueño o impidiendo seguir vinculándose con sus allegados o amigos.
– Cuando su estado de ánimo “negativo” se vuelve persistente y algo con lo cual usted “no puede hacer nada”.
En fin, prácticamente todos vivimos puntualmente alguno de estos síntomas, sin embargo el grado de malestar y su duración debe movernos a hacer algo por ayudarnos.
Comparta lo que le ocurre con una persona de confianza y pregúntele lo que usted desee: por ejemplo, si ha notado un cambio en su conducta o estado de ánimo, como lo ve, cuéntele algo de lo que le sucede. Comparta su duda de si hacer terapia o no, teniendo presente que esta decisión, solo puede ser tomada por usted. Otras referencias que indican la necesidad de hacer una consulta son:
Intensos sentimientos de culpa
Pensamientos de suicidio no se trata del deseo pasivo de “estar muerto”, sino del “querer matarse”.
Desesperación extrema…”la vida se ha terminado para mí”.
Inquietud o depresión prolongadas, la sensación de estar “atrapado” o, la sensación de estar bloqueado, inhibido, anulado.
Síntomas físicos
Ira incontrolada, que hace que nuestros amigos y seres queridos se distancien
Dificultades laborales continuadas o para realizar las tareas necesarias para la vida cotidiana.
Abuso de sustancias
Es uno de los grandes dilemas que, al no acordarse una respuesta en común por la comunidad cientifica, provoca la aparición de distintas tecnicas terapéuticas. Las diferentes técnicas terapéuticas se diferencian básicamente en “como alivian”. La cura en si no puede generar técnicas distintas dado que curar, tiene que ver con “dejar de ser y/o hacer lo que somos y hacemos en nuestra vida cotidiana sin darnos cuenta”, que nos provoca malestar y/o sufrimiento.
Si el psicólogo alivia…¿En qué se diferencia de una droga o medicamento?…Sin embargo por momentos el malestar puede ser muy intenso.
Si los psicólogos curan, ¿No será posible usar un poco de anestesia?.
Es claro que la salud pasa por la cura. Sin embargo, el proceso de cura significa por lo general “revivenciar” situaciones difíciles que pueden ser demasiado desestabilizantes para la persona.
Cuando un acupunturista trabaja, intenta al aplicar la aguja, que el paciente sienta un “dolor placentero”…ese punto se convierte en el lugar donde se produce un eficiente proceso terapéutico. En un proceso terapéutico, la situación no es muy distinta. Llegado el caso, solo se trata de momentos…
El problema surge cuando un abordaje terapéutico se centra en “brindarle herramientas” al consultante, brindarle“un nuevo mapa de la realidad”, porque de esta manera, lo único que se esta realizando es un alivio, un sedación. Cuando la perspectiva teórica o técnica terapéutica se centra en aumentar “las posesiones” del paciente (más recursos, más herramientas, nuevos mapas), esta hablando de alivio; en cambio, cuando la teoría o técnica terapéutica se centra en la observación del propio ser (en oposición al tener de “las posesiones”), y la discriminación de las identificaciones que nos determinan en nuestros malestares, esta hablando de cura.
¿ Es mejor un psicologo hombre o mujer?
¿Qué prefiere, ser atendido por un hombre o una mujer?…Esta es un decisión absolutamente personal que tiene que ver mas con la confianza y comodidad que genera en cada cual, que con una diferencia real entre los psicólogos hombres y psicólogos mujeres.
Un psicoanalista toma al síntoma como un aviso de que algo no anda bien, un signo que esta «llamándonos la atención» sobre la necesidad de replantearnos quienes somos y que hacemos para poder de esta manera dejar de padecer el malestar que tenemos. De esta manera, no tiene como objetivo primario hacer desaparecer al síntoma, dado que este le brinda al sujeto información invaluable sobre si, para poder saber sobre si y qué lo llevo a tener este malestar. Esta perspectiva apunta a un cambio en la manera de ser y relacionarse que invariablemente conducirá a la desaparición del síntoma tal como se presentaba inicialmente.
Un psicólogo, en líneas generales, va a apuntar a quitar el síntoma, con una serie de técnicas, hipótesis y/o recomendaciones. Es decir que no apunta a un cambio del «ser» y la manera de vincularse, sino que apunta a «tener» una serie de herramientas para poder paliar el malestar. Tomando esta perspectiva, se corre el riesgo de que el problema previo (síntoma), surja con otra modalidad (otro tipo de síntoma), dado que el «ser» (la manera de ser) de la persona en cuestión no se vio modificada.
Ahora bien, para poder explorar el propio ser, para poder realizar un psicoanalisis, es necesario que la persona se encuentre «no desbordada», por lo cual, si el síntoma no permite «vivir», incluso un psicoanálista aplicará una serie de procedimientos con la intención de que la persona alivie el malestar y de esta manera le sea posible hablar sobre lo que le ocurre, pueda explorar sus maneras de vincularse y de «ser». En este sentido, estas técnicas tienen el mismo propósito que la medicación: facilitar las condiciones para realizar un tratamiento terapéutico.
1º) Sólo acuden a un psicólogo los que estan locos o medio locos y no tienen remedio. Esto no es cierto bajo ningun punto de vista, dado que existen distintos tipos de problemas psicológicos o situaciones dolorosas, cada uno de los cuales supone un malestar de distinto grado. Este es el hecho fundamental: hay un malestar (intenso o no) que nos esta avisando de algo, que por lo tanto requiere de “atención”.
2º) A partir de determinada edad no tiene ningun sentido realizar un proceso terapéutico. Tiene sentido porque ahí se esta manifestando un malestar o dolor con el cual se puede hacer algo para hacerlo desaparecer o mitigar. Se trata de tener interés por desembarazarse de este malestar, condición totalmente independiente de la edad. Justamente quien pierde interes de realizar esto (desembarazarse de su malestar) se puede decir que se esta dejando morir en vida. Es importante resaltar que este interes debe ser acompañado por otros ingredientes como ser: voluntad, entrega al proceso terapeutico, etc.
3ª) Las personas no cambian nunca. Esto es una creencia falsa: por un lado, nunca los cambios que se realizan tienen que ver con lo que se habia imaginado; por otro lado, nunca los cambios que uno necesita coinciden con los que el otro desea; por ultimo, justamente el ser humano cambia en los momentos de dolor y crisis.
4º) Cuando se empieza a ir al psicólogo, es para siempre. Detrás de esta afirmación suele esconderse el temor a “modificar el estado de dependencia” en el que se encuentra la persona. Es que, independientemente de que hay muy pocas problemáticas que requieren atención por periodos extensos de tiempo, los procesos terapéuticos suelen generar y crear el enriquecimiento de recursos por parte de la persona para afrontar su situación problemática actual y las venideras, aumentando su capacidad de autonomía.
5º) No tengo dinero: habitualmente afirmar «no tengo dinero» es una excusa muerte fuerte y no real para iniciar y sostener un espacio de terapia psicologica. Por ejemplo: hay instituciones que facilitan las condiciones para sortear esta dificultad. En centro Anteroos es una de ellas.
– Tristeza, ganas de llorar, desesperanza ante la vida o desesperación
– Nerviosismo, agitación, insomnio, ansiedad
– Sensación de vacío, de sin sentido, no tener ganas de hacer nada, no disfrutar con ninguna actividad
– Sensación de tener un nudo en la garganta, presión en el pecho o un “pellizco” en el estómago
– Estar irritable, no tener ganas de ver a personas con las que antes pasábamos ratos agradables
– Etc.
– Angustia, Panico:
Angustia: «Malestar psíquico y físico, nacido del sentimiento de cercania de un peligro, que se caracteriza por un miedo difuso que puede ir desde la inquietud, ansiedad al pánico, acompañado de sensaciones penosas de orden corporal. Tomando los aportes de la filosofía, a partir de Kierkegaard y el existencialismo, se habla de la angustia definiéndola como la inquietud metafísica nacida de la reflexión sobre la existencia y sus temas centrales: nacimiento, vida, muerte, sexualidad, enfermedad, etc».
Se caracteriza por la aparición súbita de aprensión, miedo pavoroso o terror acompañados con la sensación de muerte, miedo a morir.
La angustia se acompaña de un malestar psicológico y cambios biológicos:
- taquicardia
- sudoración
- temblores
- sensación de falta de aire
- expectativa de que algo malo va a ocurrir
- hormigueos, y extremidades “dormidas”, etc
La angustia se diferencia del miedo ya que éste último está referido a un objeto definido, mientras que en la angustia se teme a algo desconocido, que no se llega a definir. Uno de los objetivos del proceso terapeutico es poder ubicar mejor esto “desconocido” y poder decir algo al respecto.
Prácticamente todos vivimos puntualmente alguno de estos síntomas, sin embargo el grado de malestar y su duración debe movernos a hacer algo por ayudarnos.
La confianza como el arte no proviene de tener todas las respuestas,
sino de estar abierto a todas las preguntas.
Una tarde, Rabiya, una famosa mística sufí, estaba buscando algo en la calle, junto a su pequeña choza. Se estaba poniendo el sol y la oscuridad descendía poco a poco. La gente fue congregándose, y le preguntaron: — ¿Qué haces? ¿Qué se te ha perdido? ¿Qué estás buscando?
Ella contestó: —Se me ha perdido la aguja.
La gente dijo: —Se está poniendo el sol y va a resultar muy difícil encontrar la aguja, pero vamos a ayudarte. ¿Dónde se te ha caído exactamente? Porque la calle es grande y la aguja pequeña. Si sabemos exactamente dónde se ha caído resultará más fácil encontrarla.
Rabiya contestó: —Más vale que no me preguntéis eso, porque en realidad no se ha caído en la calle, sino en mi casa.
La gente se echó a reír y dijo: — ¡Ya sabíamos que estabas un poco loca! Si la aguja se ha caído en tu casa, ¿por qué la estamos buscando en la calle?
Rabiya replicó: —Por una razón tan sencilla como lógica: en la casa no hay luz y en la calle aún queda un poco de luz.
La gente volvió a reírse y se dispersaron. Rabiya los llamó y dijo:
— ¡Escuchadme! Eso es lo que hacéis vosotros. Yo me limitaba a seguir vuestro ejemplo. Os empeñáis en buscar la dicha en el mundo exterior sin plantear la pregunta fundamental: « ¿Dónde la has perdido?». Y yo os digo que la habéis perdido dentro. La buscáis fuera por la sencilla y lógica razón de que vuestros sentidos están abiertos hacia el exterior: hay un poco más de luz. Vuestros ojos miran hacia fuera, vuestros oídos escuchan hacia fuera, vuestras manos se tienden hacia fuera; por eso estáis buscando fuera. Por lo demás os aseguro que no la habéis perdido ahí, y lo digo por experiencia propia. Yo también he buscado fuera durante muchas, muchas vidas, y el día que miré dentro me llevé una sorpresa. No hacía falta buscar y registrar; siempre había estado dentro.
¿Cómo buscar en nuestro interior? Siempre vamos a necesitar de referencias, puntos de apoyo, orientaciones para comprender adecuadamente hacia dónde dirigir nuestros esfuerzos. Es por esto que es importante tener relaciones que nos brinden estas referencias. Ojo, no es lo mismo una referencia que un consejo: el consejo nos deja en el asiento trasero del auto, mientras que “papa” maneja; en cambio las referencias nos dejan al volante, dirigiendo el proceso.
Cuando decimos “yo”, en realidad nos estamos identificando con una serie de características que tomamos de 2, 3 o más personas con quienes tuvimos un lazo vincular fuerte… y al hacerlo perdimos la aguja que estaba buscando Rabiya. Nos definimos a nosotros mismos desde características que tomamos de los otros.
¿Cómo nos desidentificamos? Nuestros dolores y tristezas, son en el fondo unas referencias que nos dice de la necesidad de que nos replanteemos quienes somos. En la práctica, para desidentificarnos, es necesario un trabajo de observación de nosotros mismos, de observación de aquellos actos, pensamientos y sentimientos que nos dejan fijados en un punto de la “ruta”. Ahora bien, el punto donde esta observación se puede hacer mejor, es en la puerta de entrada de la casa… ¿Qué quiero decir? Que esta observación se realiza óptimamente en el punto de encuentro entre el interior y el exterior de nosotros mismos, porque es ahí, como en el cuento, donde más luz tenemos espontáneamente. Este encuentro se produce cuando nos vinculamos con el otro, cuando accedemos a un estado de intimidad con el otro y con nosotros mismos. Sea un maestro espiritual, un guía, un profesor en determinado campo del saber, un terapeuta. En este tipo de relaciones se van a poner a la luz nuestras maneras habituales de identificarnos y espontáneamente las mismas van a “caer”, perder vigor, fuerza, “argumentos”. En el camino para conocernos es muy importante dejar de reaccionar como habitualmente lo hacemos. Al hacerlo, van a aparecer sentimientos, pensamientos, emociones que habitan en nosotros pero que en general no están a la vista porque nos asustan. Cuando aparecen estos estados, es importante que estemos contenidos, sostenidos por otro para no volver a cometer los errores que cometemos siempre.
Si piensas que no lo mereces o que para vos es imposible,
en algún lugar crees que eres un niño que debe rendir cuentas.
La creencia en general, es que uno va a ser feliz si tiene algo que le está faltando: un hombre, una mujer, un auto, una figura estética, una casa, un título, etc. Sin embargo, cuando uno obtiene lo que deseaba, no suele provocar un estado de felicidad, o él mismo dura solo unos instantes. Pregunta: ¿Puede ser que el estado interno, como estado que perdura, pueda ser determinado por un estímulo externo momentáneo, como ser lograr un objetivo en la vida? La experiencia parece decir lo contrario: por el intento de lograr aquello que pensamos que nos dará felicidad, sufrimos. Con esto de ninguna manera se quiere insinuar que lo mejor sería no tener objetivos, sueños o propósitos, sino que nuestros vínculos con ellos no sean ilusorios. Para ser felices hoy, antes que lograr nuestros objetivos (que a veces son muy complejos), quizás nos ayude más: llamar a alguien que hace tiempo que queremos ver; estar con quienes nos sentimos cómodos; aceptar y asimilar a nuestros familiares y padres; realizar aquellas actividades que tanto nos hacen bien; ejercitar el cuerpo de la manera que más disfrutamos; estar y contemplar a nuestra pareja; comer sanamente; divertirnos o destinar un rato del día para ello; trabajar; tener relaciones con personas que para nosotros su influencia es determinante, es decir, personas que son referencias o guías para nosotros; observarnos y descubrirnos; pedir ayuda cuando sea necesario, etc….En fin, después de todo, todas cuestiones que aquí y ahora están a nuestro alcance y solemos privarnos de ellas…¿Por qué lo haremos?.
El secreto que nos devuelve todo el poder es el siguiente: “Nuestro nivel de ser atrae los eventos que nos ocurren en la vida”: el tipo de relaciones que tenemos, el estado de nuestras relaciones con los familiares, el tipo de trabajo… como lo hacemos; el nivel de ingresos económicos que tenemos; el estado de salud que tenemos, etc. El poder de esta afirmación es enorme: lo que nos ocurre, nos ocurre por nosotros mismos. El acceso a un estado interno distinto, a un vínculo con la realidad diferente solo depende de nosotros. Entonces, cuando se comprende esta afirmación, nada es igual: no se trata de que mi pareja no me valora, sino que yo hago algo para no ser valorado; no se trata de que mi pareja es violenta, sino que, por alguna razón, hay violencia en mi ser; no se trata de que soy rechazado, sino de que probablemente estoy rechazando a alguien; no se trata de que no me dan el aumento que necesito, sino que, no despliego mis potenciales que me dejan atado a mi empleo; no se trata de que nadie me salva, sino de que es probable de que me la pase salvando a personas y me olvido de mí mismo, etc.